Pánico, toque de queda y tercera ola


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No se ha justificado científicamente la declaratoria de la tercera ola

El ministro de salud, durante la última semana, ha tenido una ardua tarea comunicacional con la finalidad de “demostrar” que el Perú ya se encuentra en la tercera ola del Covid-19, con las variantes delta y ómicron. Se ha presentado en varios medios de comunicación, en una comisión del Congreso de la República, ha dado conferencias de prensa, antes y después del habitual Consejo de Ministros de los días miércoles, y por último, el Gobierno ha promulgado el Decreto Supremo 002-2022-PCM, con la misma estrategia de lucha contra la pandemia, (DS 184-2020-PCM) que se ha aplicado en las denominadas primera y segunda olas. Incluso se ha usado el mismo formato. Y es probable que se obtengan, por tanto, los mismos resultados. 

Por un lado, se “mantienen las restricciones al ejercicio de los derechos constitucionales relativos a la libertad y a la seguridad personales, a la inviolabilidad del domicilio y a la libertad de reunión y de tránsito en el territorio, comprendidos en los incisos 9, 11, 12 y 24 apartado f) del artículo 2 de la Constitución Política del Perú”. Por otro lado, se ajustan las medidas para el comportamiento de la ciudadanía, según los criterios de nivel de alerta preestablecidos desde el Gobierno anterior, denominados como moderado, alto, muy alto y extremo. Valga la aclaración que no existe ningún territorio del país que se encuentre en los niveles de alerta muy alto y extremo. Además, de las 196 provincias, 171 han quedado en el nivel moderado, y 25 en el nivel de alerta alto, que, sin embargo, poseen casi 23 millones de habitantes, entre las que se incluyen Lima y Callao. 

Incrementar el nivel de alerta de moderado a alto implica la ampliación de la inmovilización social o toque de queda, de dos a cinco horas, desde las 23 horas hasta las 4 a.m. del día siguiente. Asimismo, la disminución de los aforos en los espacios cerrados como, por ejemplo, tiendas y centros comerciales, restaurantes, gimnasios, casinos, tragamonedas, iglesias, bibliotecas, bancos, peluquerías, que en general se encuentran debajo del 50%, a excepción de los bancos y financieras, que tienen un aforo del 60%. No se ha impuesto restricción para los espacios abiertos, salvo la observancia de protocolos y la autorización de los municipios. Eso sí, está prohibido realizar eventos masivos, como en los estadios y coliseos, fiestas y todo aquello que implique aglomeración. 

La justificación para declarar la tercera ola de contagios ha sido la constatación de las cifras debido al incremento de la última quincena de diciembre del 2021 y que, de seguir esa tendencia exponencial, el colapso del precario sistema sanitario estaría asegurado. Sin embargo, el Ministerio de Salud (Minsa) ha señalado que de las 15,000 camas destinadas al Covid-19 solo han sido ocupadas el 25%, y de las casi 1,800 camas UCI solo se ha ocupado el 50%, además, que solo se utiliza el 20% de la disponibilidad de oxígeno que existe a nivel nacional. Asimismo, ha descartado que la presencia de “flurona” signifique un problema adicional, porque solo representa la circunstancia “en que un paciente tenga el virus de la influenza y del Covid-19 al mismo tiempo”. Sin embargo, ha faltado en la justificación para declarar la tercera ola la aplicación de las evidencias científicas y la valoración cuantificada entre las necesidades de salud de la población y la capacidad de respuesta del Sistema Nacional de Salud. 

Es cierto que aún la variante Ómicron no es muy conocida, pero con aquello que se sabe ya es posible agregar nuevas medidas y desterrar otras. También, la innovación científica ha puesto al alcance de la población nuevos y mejores instrumentos de lucha contra la pandemia. Por ejemplo, medicamentos antivirales, tratamientos con anticuerpos monoclonales, el uso racional de la vacunación y los tratamientos en los hospitales para los pacientes con estados de enfermedad moderada y grave. Asimismo, fortalecer la atención para las otras enfermedades, que no son Covid-19, porque estas, está demostrado, coexisten e incluso se agravan y causan decesos. Un ejemplo de ello es la denominada “flurona”, que ocurre debido a las bajas coberturas de vacunación contra la influenza. También, el agravamiento del cáncer, las enfermedades raras y huérfanas, la tuberculosis, VIH-Sida, obesidad, diabetes, entre muchas otras. 

En ese sentido es necesario, por ejemplo, retomar todas las estrategias sanitarias y fortalecer el Sistema Nacional de Salud para cubrir integralmente las necesidades de salud de la población. Sin embargo, el Gobierno ha desaprovechado el llamado “silencio epidemiológico”, para mejorar el sistema de salud, incluso ha recortado el presupuesto para la Función Salud frente al año 2021 en más de S/ 10,000 millones, Por tanto, “se siente empujado” a reiterar las mismas medidas que se tomaron al inicio de la pandemia, incluso con la amenaza de la terrible cuarentena. 

La desesperación del Gobierno y del Minsa, lejos de dar tranquilidad y de apelar a la razón y a los sentimientos solidarios de la población, ha creado pánico. El miedo subsecuente ha generado demanda de atención médica y ha saturado en pocas horas los sistemas de consulta ambulatoria y de análisis de laboratorio. El peor escenario ocurrió cuando, después de las conferencias y entrevistas, el Gobierno no se había preparado para hacer frente a la “avalancha”; y menos aún para modular la demanda ciudadana. A estas alturas llama a la población a que acudan a los centros y puestos; sin embargo, debido al pánico, el llamado es inaudible, amén de la falta de preparación de estos establecimientos del Primer Nivel de Atención de Salud. ¡Urge corregir!

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