Pandemia, OPS y recuperación de pérdidas


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Doce resoluciones para fortalecer las respuestas del sistema de salud

La Organización Panamericana de Salud (OPS), en una nota de prensa publicada el 28 de setiembre, señaló que en su 60 Consejo Directivo se han adoptado “doce resoluciones, políticas y estrategias” para fortalecer las capacidades de respuesta del sistema de salud de los países miembros y “recuperar los logros perdidos durante la pandemia de covid19″. Además el director de la OPS ha instado, en primer lugar, a aprovechar esta situación como una oportunidad para recuperar los logros perdidos y “aumentar la resiliencia” de los sistemas de salud. En segundo lugar, a aumentar la preparación y respuesta ante futuras pandemias y emergencias. En tercer lugar, a participar en los debates para “redactar y negociar” sobre las enmiendas propuestas al Reglamento Sanitario Internacional.  

El concepto “de logros perdidos” es pertinente. La pandemia ocasionó, por ejemplo, por decisiones erróneas del más alto nivel de gobierno, el cierre de los establecimientos del Primer Nivel de Atención; es decir, de los centros y puestos de salud. Esta mala decisión tuvo como consecuencia directa que se desactiven o desarticulen las estrategias sanitarias, que son los pilares de las medidas de salud pública y de sus funciones esenciales.  En ese sentido, se incrementaron los niveles de anemia, disminuyó la provisión de los servicios de planificación familiar y de la salud reproductiva, cayó la detección precoz de enfermedades infectocontagiosas, como la tuberculosis y otras, así como de las crónicas y degenerativas. Aunque sólo se ha enumerado algunas estrategias, a guisa de ejemplos, no se pueden pasar por alto, las bajas coberturas de las inmunizaciones de casi todos los 17 tipos de vacunas que contiene el esquema nacional, porque solo se priorizaron, en ese entonces, aquellas vacunas ligadas con la covid-19. 

También fueron afectadas las capacidades de los establecimientos de salud para ofrecer consultas médicas o atenciones de salud, para enfermedades que no estaban relacionadas con la covid-19, así como, para las intervenciones quirúrgicas. En ese contexto, aún no se han recuperado los niveles de respuesta sanitaria previos a la pandemia de covid-19. Pero como es obvio, la sola recuperación de los logros es insuficiente. El país y el sistema de salud han atravesado circunstancias traumáticas, cuyos estragos han dejado huellas o afectaciones. Es indispensable fortalecer la resiliencia de cada uno de los componentes del Sistema Nacional de Salud y de la población en general.  

El actual contexto permite, debido a los recientes estragos de la pandemia, aumentar la preparación y respuesta ante futuras pandemias y emergencias. En ese sentido, el tiempo juega en contra de estos preparativos para eventos futuros, debido a la frágil memoria y a la desidia de algunos malos funcionarios, que podrían ocupar puestos decisivos en la gestión pública. Por tanto, esta etapa, que tiene fresca aún en la memoria la pandemia de covid-19, representa una oportunidad para lograr mayor espacio fiscal para la salud.  Además, la población, debería ser informada y educada en la gestión del riesgo con el concepto de la “inexorabilidad” de una futura epidemia o pandemia o desastre de cualquier índole.  Solo de esta manera, podrían convertirse en ciudadanos que demanden y fiscalicen las políticas públicas en emergencias y desastres. 

En cuanto a la participación en los debates para la redacción de las propuestas de enmiendas para el Reglamento Sanitario Internacional, es necesario recordar que la experiencia vivida durante la pandemia ha demostrado que este Reglamento no respondió frente a las necesidades de ese momento. Por ejemplo, el Reglamento adolece de “una acción coordinada internacional entre los estados miembros, para enfrentar pandemias, o eventos extraordinarios de salud pública de importancia internacional cuya gravedad e imprevistos son inusitados, con riesgo de restricciones en viajes, comercio y de propagación internacional”.

Otro aspecto importante que el vigente Reglamento Sanitario Internacional no ha podido paliar o solucionar es el aprovechamiento de los beneficios de las innovaciones y el desarrollo tecnológico, en primer lugar, para los países desarrollados. A pesar de que el Reglamento Sanitario Internacional ha cumplido un rol importante durante la pandemia, este ha sido insuficiente. Es necesario que los países adopten una respuesta global, ética, equitativa y justa para cerrar las brechas que separan a los países desarrollados de los otros que lo son menos. 

Las doce resoluciones adoptadas cubren una serie de aspectos, desde el fortalecimiento de los recursos humanos, con condiciones de trabajo dignas, hasta la mejora de la salud mental y la prevención del suicidio. Estas dos resoluciones abarcan aspectos que se encuentran en la agenda política del país. Otra resolución que merece ser relevada es la denominada, “Iniciativa de Eliminación de la OPS” que intenta poner fin a más de treinta enfermedades transmisibles y afecciones conexas en América Latina y el Caribe.

La OPS ha pasado revista a los 120 años que han transcurrido desde su fundación, así como el logro de haber erradicado en 1980, la viruela, en 1994, la poliomielitis. “Desde entonces, también se han eliminado la rubéola, el síndrome de rubéola congénita, el sarampión y el tétanos neonatal y se han logrado avances frente a otras enfermedades». Es decir, la Iniciativa de Eliminación propone medidas para interrumpir la transmisión endémica de enfermedades, para acabar con la morbimortalidad y para prevenir la discapacidad mediante la integración de los programas y el fortalecimiento del Primer Nivel de Atención.  Este viraje hacia el Primer Nivel de Atención (centros y puestos de Salud) implica, por un lado, el enfoque comunitario y la conformación de Redes Integradas de Salud. Por otro lado, que este fortalecimiento, no solo se refiera a “ladrillo y cemento” sino, a los recursos humanos, sobre todo de la medicina especializada para lograr la detección precoz o temprana de las enfermedades. 

Un aspecto crucial, para implementar el enfoque comunitario, es la intervención en los determinantes medioambientales, económicos y sociales con “enfoque en las inequidades y en las poblaciones en situación de vulnerabilidad». Para realizar este viraje hacia el Primer Nivel de Atención y hacerlo sostenible es imprescindible reforzar los sistemas de vigilancia e información sanitaria. Es obvio que, tal como señala la OPS, para cumplir estos objetivos concomitantemente se debe “fortalecer el liderazgo de los ministerios de salud». ¡Un reto y un llamado a la acción!

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