Las fases de la reactivación económica
La salida del aislamiento obligatorio y la cuarentena se centra en varios parámetros que, según el gobierno, deben ser evaluados por el Ministerio de Salud. Sin embargo, es necesario comprender que cuanto más estrictas son las medidas de aislamiento obligatorio y cuarentena, el número de muertes es menor porque se rompe la cadena de transmisión del virus. Pero los ciudadanos no desean ni soportan estar confinados por mucho tiempo; y en sentido contrario, la insuficiente preparación obliga a periodos más largos de confinamiento social, con implicancias negativas en la salud, la economía y la convivencia social. Una situación que presiona al Gobierno para la salida progresiva de los ciudadanos.
El aislamiento social y la cuarentena no han tenido el éxito esperado, porque las cifras de infectados, enfermos y muertos aumentan aún cada día, y las medidas de acatamiento social del confinamiento han sido rebasadas. Además, la salida del confinamiento progresivo y cauteloso debería ocurrir 14 días después de ocurrido el último caso de contagio. Es decir, luego de constatar que el virus ya no está. No es el caso del Perú.
La preparación para salir del confinamiento se realiza antes de decretarlo. Por un lado, con el fortalecimiento de los centros de atención médica y una fluida cadena de suministros de los recursos estratégicos; y por otro lado, con la preparación de la población en el enfoque comunitario. Eso implica organización social para realizar pruebas moleculares, pruebas rápidas, tomas de temperatura, rastreos de contactos, y aislamientos familiares, domiciliarios, barriales, distritales y provinciales, entre otros, con la participación de la comunidad. Los recursos públicos son finitos, tanto en modo físico como en creatividad.
El Gobierno, en modo equivocado, ha ideado una estrategia contra la pandemia Covid-19 dividida en dos componentes: la estrategia social y la estrategia sanitaria. La estrategia social esta compuesta por el aislamiento, el distanciamiento social, el uso de mascarillas y el lavado de manos. Como es obvio, esas no son estrategias, sino actividades. Por otro lado, la estrategia sanitaria ha sido enfocada solo como una respuesta médica recuperativa, a través del Primer Nivel de Atención, del nivel hospitalario especializado y del recojo de cadáveres. Con el agravante de que las atenciones del Primer Nivel son realizadas por servidores contratados para trabajar al margen de los establecimientos de salud existentes en el Primer Nivel de Atención y especializados en Atención Primaria de Salud. Como se aprecia, la población esta ausente. Las organizaciones sociales, comunales, alcaldes, dirigentes barriales, de los mercados, de las APAFA, de las iglesias y muchos otros también están ausentes. La coerción que pregona el Gobierno para cumplir sus ordenes es insuficiente, si la propia población no asiente, colabora y es proactiva.
La vida social es más que solo economía, y en consecuencia lo que el Gobierno debería reactivar en modo progresivo es la vida social en su conjunto. Es grave que el Gobierno tome miles de pruebas rápidas, serológicas, que detectan anticuerpos contra el virus de los ciudadanos y no nos informe el porcentaje de positivos a inmunoglobulina IgG neutralizante y que, corroboradas con pruebas moleculares, nos permitan conocer el porcentaje de la población que ya ha salido de la enfermedad. A ciegas, es muy complicado salir del confinamiento. Dadas las condiciones en que se encuentra nuestro país, la salida del aislamiento social obligatorio cobrará víctimas, a pesar de lo cuidadoso y progresivo de la implementación. El enfoque comunitario aún podría mitigar esas malas consecuencias.
Por ejemplo: las autoridades de EsSalud han causado profunda consternación al comunicar que el 3 de mayo del 2020 han fallecido dos médicos en la ciudad der Iquitos: Rafael García Dávila y Raúl Argumedo Castillo, neumólogo y psiquiatra, a causa del Covid-19. Sin embargo, la denuncia más grave es la falta de balones de oxígeno. El tema de fondo es cómo es posible que se preparen los centros de atención médica sin contar con dotaciones de oxígeno, medicamentos, unidades de cuidados intensivos y ventiladores mecánicos, a sabiendas de que el cuello de botella más importante es el balón de oxígeno. Según los medios de prensa, en Iquitos hay un solo un proveedor de oxígeno. Además el transporte aéreo de balones de oxígeno de Lima a Iquitos está prohibido por temas de seguridad aérea, y el transporte terrestre desde Lima o desde otras regiones es imposible debido a que no hay carreteras. El traslado por río toma varios días. El aislamiento de Iquitos frente al resto del país es conocido. La gestión sanitaria debería haber solucionado con márgenes de seguridad óptimos.
Es obvio que debió ponerse en funcionamiento a tiempo la planta de oxígeno del Hospital Regional de Iquitos, sin escatimar recursos. Tremenda negligencia administrativa del Gobierno, del director regional de salud y del Comando de Operaciones Covid-19. Es necesario iniciar en el más breve plazo una investigación exhaustiva, con la finalidad de aplicar sanciones drásticas y reparaciones e indemnizaciones a los familiares de los héroes médicos. El seguro de vida que acaba de asignar el Gobierno no resarce la muerte ni servirá para encubrir las negligencias de las autoridades.
La negligencia y la indolencia que ocasionaron las muertes evitables de los médicos son un “martillazo” contra el Gobierno y las autoridades.