Se requiere una mayor reflexión y empatía con el sufrimiento de la gente
En días recientes el Ministerio de Salud (Minsa) ha presentado los lineamientos de política, bajo el abigarrado título: “Construcción del marco de una nueva política en salud, reorientación, articulación e integración de los servicios y afinamiento de las estrategias en salud”, lo que merece una reflexión porque expresa las dificultades de las autoridades para transmitir, en modo coherente, sus acciones y sus miras para el mediano y el largo plazo. La redacción mezcla una serie de aspectos que constituirían “nuevas políticas de protección social para el bienestar”; como, por ejemplo, “servicios de calidad a los que menos tienen (salud, educación y seguridad), redes de salud integrados (sic) que cubran la atención a los trabajadores ante choques temporarios (seguros de desempleo) y redes que lleguen a los informales y a las clases medias vulnerables y en riesgo”. Hay algo que no calza, porque se refiere a los lineamientos de política del Minsa y no a los de la Presidencia del Consejo de Ministros o de otro ministerio, como Trabajo y Promoción del Empleo, Inclusión Social, Educación, Economía y Finanzas, etc. Hay que señalar que, por regla general, un ministro no debe inmiscuirse en la función de otro ministerio, y menos en el diseño de las políticas de sus respectivos sectores. El entusiasmo de los lineamientos del Minsa abarca desde la propuesta de seguros de desempleo hasta la creación de redes para los informales, clases medias y vulnerables. Sin embargo, no precisan a qué tipo de redes se refieren y que entienden por “choques temporarios”.
Luego de lanzar los lineamientos, identifican “las situaciones críticas y las líneas de intervención”, sobre la base de una “insuficiente gestión y prestación efectiva territorial” y enumera la “limitación del oxígeno y los medicamentos, equipos de protección personal e inseguridad, financiamiento limitado y no orientado a resultados sanitarios, expansión insuficiente de servicios de salud e insuficiente personal CAS y Terceros en la Atención Primaria y especializada”. Es obvio que la superficialidad en la identificación de las situaciones críticas determinará acciones superfluas y tangenciales. Además hay desajuste en la cascada de objetivos operacionales, porque hay incoherencia entre los lineamientos generales y los problemas puntuales.
Las nuevas cuatro políticas, “acceso, cobertura, calidad y tecnologías de la información”, son insertadas sin correlación con “los lineamientos”, y menos aún con las “situaciones críticas identificadas”. Por ejemplo, para mejorar el acceso plantea “la creación de subsistemas regionales y macroregionales territoriales de salud” mediante macrorregiones con un coordinador en el norte, (Tumbes, Piura, Lambayeque, Cajamarca, Amazonas, La Libertad y Áncash), oriente (Loreto, San Martín, Ucayali, Madre de Dios y Huánuco), centro (Pasco, Junín, Huancavelica, Apurímac, Ayacucho e Ica) y sur (Arequipa, Moquegua, Tacna, Cusco y Puno), a través de un equipo de trabajo que incluye: “especialista en administración, presupuestador, especialista en servicios de salud, sectorista del Ministerio de Economía y Finanzas, ingeniero de sistemas/estadista en salud, Susalud y el Seguro Integral de Salud”. No precisa el documento la situación de Lima Metropolitana, Lima Provincias y el Callao en las divisiones de “los ámbitos macrorregionales”. Como no existe una correlación entre la situación crítica, las líneas de acción y las propuestas de política, es imposible darse cuenta si en realidad existe una omisión. El equipo gerencial macrorregional tiene entre sus funciones facilitar la gestión regional, integrar la información, asistir técnicamente, recoger iniciativas regionales para proponer normas y acompañar a la autoridad regional.
No queda claro si esta nueva organización es solo para enfrentar la pandemia o es una propuesta de reorganización del sector Salud para el mediano y largo plazo, debido a que va unida a la propuesta de “Cambio a un Sistema Unificado en Salud y culminación de la Universalización de la Salud”. Además, fuera del enunciado de un Sistema Integrado de Salud no ha proporcionado pista alguna que aclare cómo sería ese sistema. Asimismo, la “culminación de la universalización de la salud” más parece un eufemismo porque, como señala el propio documento, existe una “sobredemanda de atención”. Es decir, la oferta de servicios de salud es menor a las necesidades de la población. ¡Vaya universalización!
La parte más complicada de los lineamientos del Minsa es la que se refiere a los recursos humanos. Señala seis situaciones críticas a revertir, “pago inoportuno y discontinuo del personal ante el Covid-19, inseguridad del personal, insuficiente personal especializado y general, limitados horarios de atención en los puestos, centros de salud y hospitales, insuficiente capacitación en el manejo del primer y segundo nivel de atención y el uso de las horas complementarias”. Cada una de las situaciones críticas generan, para su solución, una serie de acciones que en realidad son verdaderos vericuetos administrativos, que tienen como denominador común la precaria gestión del Minsa. Además, los reclamos de los gremios ni siquiera han sido tomados en cuenta. Las situaciones críticas son más y de mayor conflictividad, e incluyen reclamos airados y huelgas.
Los lineamientos de política ofrecidos por el Minsa requieren una mayor reflexión y empatía con el sufrimiento de la gente. Además de mayores conocimientos técnicos para redactarlos. La incoherencia entre fines y medios es clamorosa. No es posible que mientras el país sufre los estragos de la pandemia, quien debe cuidarnos no ofrezca una propuesta razonable para hacerlo. ¡Basta de improvisación!