La vacunación y los errores en salud


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Es imprescindible cambiar el modelo de aseguramiento mercantilista

El gobierno y el Ministerio de Economía y Finanzas han propalado la equivocada idea que el próximo gobierno está en la obligación de continuar “el excelente” Programa Nacional de Vacunación, hasta lograr la inmunidad de rebaño y de esa manera “reactivar la economía, a velocidad de crucero”. Sin embargo, el autoelogio no basta para transformar la realidad. La lucha contra la pandemia de Covid-19 es mucho más que solo vacunas. Además, el Plan de Vacunación requiere correcciones. Un primer error es vacunar solo por edades y comorbilidades, sin incluir el criterio de la vigilancia epidemiológica. Esta corrección hubiese evitado muchas muertes, por ejemplo, en Arequipa. Un segundo error, es creer que la reactivación económica dependerá de alcanzar la inmunidad de rebaño luego de vacunar al 75% de la población. Aún no se sabe cuál es el porcentaje de vacunados indispensable para lograr la inmunidad de rebaño. Tampoco se sabe, a ciencia cierta, el tiempo que dura, en cada persona, la inmunidad producida por la vacuna. Estos datos permitirían saber cuándo se debería volver a vacunar. Un tercer error es que se pasa por alto la aparición de nuevas variantes, como consecuencia de la masiva multiplicación del virus, que podría ocasionar “el escape del virus” a la vacuna. Es decir, que la vacuna no sea efectiva. 

La lucha contra la pandemia implica integralidad en las acciones. Es decir, en primer lugar, en la mentalidad sanitaria y la promoción de la salud, mediante la promoción de estilos de vida saludables, proteger el medio ambiente, físico, psíquico y social, e intervenir en modo diferenciado en las etapas de vida de la población. Asimismo, intervenir en los determinantes económicos, sociales y culturales y fortalecer la estrategia de Atención Primaria de la Salud (APS). En segundo lugar, estrategias de prevención, primaria, secundaria y terciaria. No bastan las medidas preventivas si no se enfocan las acciones por niveles de prevención. Por ejemplo, la promoción de la salud y las vacunas son aspectos cruciales en la prevención primaria; sin embargo, si estas se realizan al margen del sistema de salud, tipo campañas, el impacto es parcial e insostenible en el tiempo. 

En ese contexto, es necesario el fortalecimiento de los centros y puestos de salud a nivel nacional y su ligazón con la participación social. En otras palabras, fortalecer el Primer Nivel de Atención de Salud con enfoque comunitario. Para tal fin, mediante la Ley 30885, se han creado las Redes Integradas de Salud. (RIS). Sin embargo, también en este acápite, es importante corregir otro de los errores, producto de la creencia de que la Red Integrada de Salud es una red que solo enlaza establecimientos de salud; e incluso, en el colmo de la audacia, los denominan Institución Prestadora de Salud (IPRESS), idéntica a los servicios de salud privados. La Ley 30885 define al establecimiento de salud, cuyas características son el resultado de las necesidades de la promoción de salud, de la prevención con enfoque comunitario y de eliminar la segmentación y fragmentación del Sistema Nacional de Salud en el nivel local. 

En tercer lugar, es necesario realizar el diagnóstico precoz mediante pruebas moleculares y rastrear a los contactos. Es imprescindible, emplear en modo idóneo y científico, las pruebas moleculares, antigénicas y “las llamadas rápidas”, de anticuerpos. También, es necesario estimular la investigación científica y el uso de nuevos tratamientos contra el Covid-19. Los estudios son promisorios, aunque los precios aún son altos. Evitar la charlatanería y el manejo poco juicioso de la información pseudocientífica y de las medicinas alternativas y complementarias, así como, el uso al margen del contexto cultural de las medicinas de los “pueblos originarios”. 

En cuarto lugar, se debe fortalecer los hospitales con infraestructura, equipos insumos, medicamentos y, sobre todo, cerrar la brecha de las necesidades de recursos humanos, para otorgar un oportuno tratamiento y se eviten secuelas, que luego requieren largos periodos de recuperación. Es decir, que la población tenga acceso a la atención médica preventiva, recuperativa y de rehabilitación. Sin embargo, eso no es fácil, porque no basta con declarar el derecho al acceso a la atención médica o que exista financiamiento para esa atención; es necesario que se creen las condiciones para lograr ese acceso, mediante las prestaciones sociales y económicas, con enfoque intercultural. En otras palabras, se requiere implementar un sistema de Seguridad Social Universal en Salud, debido a que es el único modelo que ofrece prestaciones de salud, económicas y sociales, y de esa manera garantiza el acceso a la atención médica y de salud.

Por ejemplo, el traslado de un paciente desde un distrito alejado hasta el Instituto Nacional de Salud del Niño (ex Hospital del Niño de Lima), junto con el padre o la madre, tiene un costo, que incluye el hospedaje, los alimentos, así como en la manutención de los otros niños que se quedaron en casa. Además, si falleciera, requeriría el gasto de traslado del cadáver y el sepelio. Es evidente que solo hacen uso de los servicios de salud aquellos pacientes que tienen la capacidad económica de solventar sus propias prestaciones económicas y sociales, mientras que son excluidos los más pobres, a pesar de estar afiliados al Seguro Integral de Salud (SIS). Resulta imprescindible cambiar el modelo del aseguramiento mercantilista por un modelo de seguridad social universal en Salud y conformar las Redes Integradas de Salud en todo el territorio nacional.

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