La OMS y el acuerdo sobre pandemias


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Continúa el arduo debate en Ginebra

La 77 Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se realiza en Ginebra (Suiza) del 27 de mayo al 1 de junio de 2024, es una de las asambleas más seguidas y discutidas por la población mundial. El tema central está relacionado con el Acuerdo sobre la Prevención, Preparación y Respuesta frente a Pandemias. Sin embargo, hasta la fecha no han logrado ponerse de acuerdo y, por tanto, las discusiones seguirán. En una moción de los países africanos se ha señalado que seguirán trabajando, con el plazo máximo del 31 de diciembre del 2024, con las enmiendas al Reglamento Sanitario internacional (RSI) y el acuerdo sobre pandemias.

En esta moción, los países africanos, reconocieron, en primer lugar, la labor realizada por el Órgano de Negociación Intergubernamental que inició sus trabajos desde diciembre del 2021 con el “objeto de evitar que se repitieran las consecuencias a escala global, tanto en materia de salud, como económicas y sociales de la pandemia de covid-19”. En segundo lugar, reiteran que “el mundo necesita un acuerdo sobre pandemias basado en los principios de la equidad, la soberanía y la prevención, preparación y respuesta y que garantice la protección de las generaciones venideras frente a la amenaza de futuras pandemias inevitables”. He ahí la cuestión: soberanía y equidad entre Estados. Compatibilizar ambos aspectos es complicado sin ceder soberanía o aceptar cierta inequidad. 

Además, la equidad requiere, en este caso, un ente supranacional que decida que es equitativo y que no, o al menos, cuándo debe un Estado prescindir de cuidar a su población para cuidar a poblaciones de otros países. Las dificultades ideológicas, sociales y políticas para convenir en un acuerdo mundial son complejas. En ese sentido, la petición de los países africanos parece sensata, aunque quizá poco realista. 

La frase que ha circulado entre los delegados a la Asamblea Mundial ha sido “tenemos que estar preparados para la próxima pandemia porque sabemos que va a suceder”. Sin embargo, los cuestionamientos sobre quién detenta el gobierno mundial para decidir los “criterios equitativos” han generado controversias. Los bloques geopolíticos, hoy en contienda, se han expresado, con cierta crudeza, aunque con “lenguaje diplomático”. La calle ha hecho lo propio. Las marchas y las críticas en las redes sociales al “supuesto gobierno mundial” han sido numerosas en casi todos los países del mundo. Algunos países, enviaron a sus mejores representantes, con discusiones internas, con posiciones definidas con antelación, Otros, no tanto; incluso, con delegaciones improvisadas. El Perú, felizmente, no ha sido la excepción. 

En ese sentido, el director de la Organización Mundial de la Salud ha señalado que “será un tratado que salvará vidas”. Sin embargo, a pesar de esa invocación no se ha logrado el consenso. Por tanto, se ha planteado que el Órgano de Negociación Intergubernamental continúe sus labores, no sólo hasta el 2024, sino hasta que alcance consenso, incluso, de ser necesario durante el 2025. La tarea es complicada por varios aspectos.

El primer aspecto, está relacionado con el concepto mismo de equidad, porque está relacionado con el concepto de poder. Implica que “alguien” investido de poderes especiales, evalúe las circunstancias peculiares de cada Estado, para asignarles recursos, que por criterios igualitarios o meritocráticos le generaría a éste desventajas que a la postre podrían ser catalogadas como injusticias. El debate emerge debido a que el mundo, a estas alturas, de enorme conflicto geopolítico entre las naciones “más favorecidas” está en condiciones de “soportar” u obedecer a “un gobierno mundial” ajeno a la geopolítica o la correlación de fuerzas en el mundo, aunque sea por pequeños periodos en caso de pandemias.

El segundo aspecto es el concepto mismo de pandemia. Este concepto también es controversial, debido a que la aplicación de una definición, muy amplia y ambigua, podría prestarse para coartar la soberanía de los estados en cualquier momento en que se vislumbre una pandemia con el concepto de “pandemia potencial u otra similar”.  En consecuencia, la definición de emergencia pandémica es la que, como es obvio, tiene los mayores cuestionamientos. 

El tercer aspecto está relacionado con los equipos de protección personal. La experiencia, durante la pandemia de covid-19, demostró que los países menos desarrollados surtieron a los mercados de los países más desarrollados debido a los mejores precios, aún a costa de la escasez en estos países. El caso de Perú es patético. Se exportaron mascarillas, a pesar de que éramos importadores, debido a que los empresarios del rubro obtenían mejores ganancias en el extranjero. Ese fue el caso de las mascarillas de origen chino, que fueron comercializadas hacia el exterior. Poner reglas al respecto, parece sensato. Pero ¿quién debería poner estas reglas? La dirección de la Organización Mundial de la Salud propone que esa instancia sea quien defina esos criterios y norme con carácter obligatorio.  

El cuarto aspecto se refiere a la experiencia de las vacunas, que como se recuerda, generó el acaparamiento de los países más desarrollados, de hasta tres o cuatros veces más, de lo necesario para cada uno de esos países. La lista de espera de los países menos favorecidos fue larga y la Organización Mundial de la Salud (OMS), estuvo a la zaga de este suministro. Los mecanismos creados como Covax Facility, no dieron los resultados esperados. En ese sentido, la OMS pretende regular este aspecto que es muy complejo, debido a las necesidades de los estados de financiar investigaciones previas o en paralelo con una emergencia sanitaria mundial que se declare. Obligar a estos estados financiadores a que sean “equitativos” con la población mundial, podría generar estímulos negativos para no hacerlo, porque al fin y al cabo esas poblaciones no pertenecen al grupo de sus “votantes”. 

El quinto aspecto está relacionado con el diagnóstico y los tratamientos terapéuticos. La experiencia de la covid-19 ha mostrado las enormes dificultades que han tenido los países con las pruebas diagnósticas y a veces, hasta la ignorancia de sus equipos profesionales. El caso peruano, da hasta vergüenza, ya que un ministro de salud, frente a las cámaras de televisión y en reiteradas oportunidades, señaló que las “pruebas rápidas” son idénticas que las moleculares para hacer frente a la pandemia. Incluso,  contradijo a los planteamientos de la Organización Panamericana de Salud (OPS), y amenazó con un estudio “científico propio” que lo demostraría. Los tratamientos, siguieron la misma improvisación. Solo basta recordar a la ivermectina, donada con un kit de medicamentos “innecesarios”. 

El sexto aspecto que genera controversia es si sería necesario crear una dotación mundial multidisciplinar de personal para las emergencias sanitarias. El costo de este punto está en la imposibilidad de prever el tipo de pandemia. Una cosa es predecir que de todos modos habrá una pandemia y otra es conocer el tipo. El debate es arduo. El documento de trabajo posee renglones con color verde, que ya tienen consenso, en amarillo donde hay debate con posibilidades de acuerdos y un tercero, sin color, que hay disenso. Solo queda un día. Es probable que aún no haya Acuerdo sobre Pandemias.

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