Ante los fracasos en la lucha contra la pandemia
Luego de la publicitada intervención al Gobierno Regional de Arequipa, mediante el Decreto de Urgencia 086-2020, se ha creado la sensación de que la solución para el colapso del Sistema Regional de Salud es la intervención del Ministerio de Salud (Minsa). La propuesta de intervención parte de la creencia que el Gobierno Nacional es eficaz y que los gobiernos regionales no tienen capacidad para enfrentar la pandemia porque actúan solos, a su libre saber y entender. Además, varios gobiernos locales parecen haberse desentendido de la pandemia.
La propuesta solo es una ilusión, porque los gobiernos regionales, en la función salud, ya fueron intervenidos mediante el Decreto de Urgencia 025-2020 y la Resolución Ministerial 155-2020-Minsa del 31 de marzo del 2020, con la creación del Comando de Operaciones Covid-19 Nacional y de los Comandos de Operaciones Covid-19 en cada una de las regiones del país, que se instalaron a lo largo del mes de abril. Es necesario recordar que la instalación de estos comandos regionales no estuvo exenta de ciertos conflictos con algunos gobernadores regionales, que sintieron que se les recortaba sus competencias, y además porque la conducción de los comandos Covid-19 fue realizada desde Lima, priorizando el componente militar.
El Comando de Operaciones, según la RM 155-2020-Minsa, depende directamente del Minsa y tiene como objeto “implementar y ejecutar, controlar y evaluar el proceso de atención a nivel nacional de los casos de Covid-19”. Asimismo, “su ámbito de intervención es a nivel nacional, en el marco de la rectoría del Minsa. Tiene bajo su dirección a todas las entidades públicas, privadas y mixtas sanitarias del territorio nacional, así como, de los demás funcionarios y trabajadores al servicio de las mismas, para la protección de personas, bienes y lugares, pudiendo imponerles servicios extraordinarios por su duración o por su naturaleza”. Además, para que la intervención del Gobierno nacional en las regiones sea eficaz, detalla en los artículos 6 y 7 sus competencias y sus acciones. Solo a manera de ejemplo resaltamos “el manejo clínico de pacientes y de las unidades de cuidados intensivos, el aprovisionamiento de recursos estratégicos, la información gerencial e investigación clínica y epidemiológica, la informatización de los procesos, la supervisión, monitoreo, evaluación, así como coordinar la movilización de recursos a fin de asegurar la oportunidad de la atención, entre otras”.
El Comando de Operaciones Covid-19, nacional y regional, ha sido sobrepasado por la pandemia debido a la insuficiente capacidad para el manejo clínico de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos y el exiguo acondicionamiento de estas, las deficiencias del aprovisionamiento de recursos estratégicos (medicamentos, oxígeno, equipos de protección personal) y la escasez de recursos humanos, de laboratorios con insumos y de diagnósticos por imágenes. La sensación de seguridad que proyecta la entrega de la gestión al Gobierno nacional se convierte, de esta manera, en una ilusión
La capacidad de respuesta del Gobierno está en función de los recursos que posee. Si la pandemia ocurriera región por región, sí sería posible la movilización de recursos en modo itinerante y sucesivo a cada una de las regiones. Sin embargo, la característica de la actual pandemia es que ocurre casi en simultáneo en todo el territorio nacional. La movilización de recursos del Gobierno sólo es posible con márgenes muy pequeños. Es necesario incrementar recursos en modo inmediato. Sin embargo, a pesar de contar con dinero, hay dificultades; por ejemplo, de médicos y otros recursos humanos, porque requieren años de formación. También equipos de cuidados intensivos, laboratorios, plantas de oxígeno, entre otros, porque su fabricación, importación e instalación requieren tiempo. Y los infortunados pacientes, no pueden esperar.
La rapidez y la eficacia de las acciones del Gobierno nacional y del Comando de Operaciones Covid-19 ha sido cuestionada, inclusive con denuncias de corrupción. La lentitud de la burocracia para el suministro de recursos estratégicos ha merecido la autocrítica del propio presidente de la República. Por ejemplo, aún persiste el desabastecimiento de las farmacias del sector público, y en el sector privado se suma la carestía. No solo hay escasez de medicamentos para el Covid-19, sino también para otros tipos de enfermedades, agudas y crónicas, con grave riesgo de la población.
Los gobiernos regionales, en cuyo seno ha actuado el Comando de Operaciones Covid-19 nacional y regional, han sido reemplazados, en la función salud, por decisiones del Gobierno nacional. Los gobiernos locales vieron limitadas sus acciones debido a la inacción dispuesta por el Gobierno en los puestos y centros de salud del Primer Nivel de Atención, con el consecuente abandono del enfoque comunitario contra la pandemia. El gobierno paralelo creado por el Comando de Operaciones Covid-19 ha sido rebasado y ha resultado ineficaz en las regiones, pero también en Lima Metropolitana. Es necesario retomar la institucionalidad de cada uno de los tres niveles de gobierno, corregir –en lo que sea necesario–, el proceso de descentralización y perfeccionar los mecanismos de coordinación, articulación y ayuda mutua.
No hay que jugar con la ilusión de la población. Y menos aún politizar la lucha contra la pandemia.