La CEPAL y el Plan de autosuficiencia sanitaria


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Las seis líneas de acción propuestas

En el marco de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), el 18 de septiembre del 2021, la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), presentó los Lineamientos y Propuestas para un Plan de Autosuficiencia Sanitaria para la Celac. Los objetivos del Plan son de corto plazo (como mejorar el acceso a vacunas y facilitar el proceso de inoculación), así como también de mediano y largo plazo (como asegurar un mercado estable de gran escala, fortalecer la investigación y desarrollo en la región, y facilitar la producción local y las cadenas regionales). Como se puede apreciar, el objetivo final es lograr la producción local de vacunas e insumos relacionados con la pandemia y otras capacidades tecnológicas y productivas en salud pública. Para lograr los objetivos del “Plan” la CEPAL ha propuesto seis líneas de acción. 

La primera, es crear mecanismos de convergencia y reconocimiento regulatorio. La “equivalencia en requisitos generales para las autorizaciones sanitarias de medicamentos y vacunas”. En el Perú, la Dirección General de Medicamentos Insumos y Drogas (Digemid) es un órgano de línea del Minsa que aún no ha logrado acreditarse como autoridad reguladora de alta referencia sanitaria. En América Latina y el Caribe solo son consideradas como autoridades reguladoras de referencia las agencias de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba y México. En ese sentido, el Perú asume las decisiones que toman los países de alta referencia sanitaria, como las de Estados Unidos (FDA), Europa (EMA) y otros países más. Ha sido una decisión sabia, acorde con la precariedad regulatoria. Pero manca para enfrentar la pandemia. El gobierno y el Congreso se han visto obligados a modificar y flexibilizar los requisitos incluso para el registro sanitario.

Esas falencias, han deteriorado la competitividad y retrasan la toma de decisiones para la adquisición de las vacunas, de los medicamentos, equipos médicos e insumos útiles para luchar contra la pandemia. El sistema regulatorio tiene una acción clave en el proteccionismo o en la competencia, no solo en la comercialización, sino también, en la producción industrial. En ese sentido, al margen de las propuestas de la CEPAL, el fortalecimiento y acreditación de la Digemid como autoridad regulatoria de alta referencia sanitaria es imprescindible. La burocratización y el retardo injustificado de las solicitudes de registro sanitario, por ejemplo, mellan la competencia, reducen la satisfacción de las necesidades de la población y dificultan la innovación y el desarrollo tecnológico.

La segunda, es crear la Plataforma Regional y una red de ensayos clínicos contra el Covid-19, con la finalidad de obtener “acceso preferencial a mercados y tecnología” mediante mecanismos de coordinación, gobernanza y promoción de la convergencia de políticas en Ensayos Clínicos con las agencias reguladoras. La CEPAL resalta que en América Latina y el Caribe se han “realizado 614 ensayos clínicos y 230 estudios observacionales Covid-19” hasta el 27 de agosto del 2021, sin embargo, esa participación “no ha garantizado acceso preferencial a vacunas”. No parece ser una propuesta suficiente, para que las empresas prioricen a los países cuyos ciudadanos han participado en el proceso de investigación científica, porque se deja de lado, por ejemplo, la compra previa y la asunción de riesgos, no sólo médicos y sanitarios, sino también, financieros. 

La tercera, es crear un mecanismo de compra de vacunas a nivel de América Latina y el Caribe, mediante el fortalecimiento de lo que ya existe, como, por ejemplo, el Fondo Global Covax, el Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud y de algunas plataformas de Centroamérica (COMISCA-SICA), del Caribe (CARICOM) y del Mercosur (SGTN 11), así como, la coordinación permanente entre los gobiernos para la adquisición de vacunas. Como se puede apreciar, no propone mecanismos para obtener precios accesibles y tampoco, la disponibilidad de vacunas, menos aún, la participación, de cada país, en su propia esfera de influencia geopolítica. 

La cuarta, es crear consorcios para desarrollo y producción de vacunas. La CEPAL justifica que el consorcio es el mecanismo eficaz para desarrollar capacidades de producción de vacunas, porque “mejora la cooperación entre desarrolladores, fabricantes, gobiernos, organizaciones multilaterales e instituciones financieras”. Además, apela a las experiencias de AstraZeneca-Oxford con México, Argentina y la Fundación Carlos Slim, así como, Chile, entre otras. Es decir, propone fomentar la inversión para la producción, mediante consorcios regionales, sin precisar el costo-efectividad de la propuesta y tampoco el costo-beneficio. 

La quinta, es aprovechar las flexibilidades normativas del Acuerdo sobre Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) y negociar en conjunto con la Organización Mundial de Comercio (OMC) para acceder a la propiedad intelectual que habilita la Declaración de Doha para la salud pública, para “una emergencia nacional u otras circunstancias de extrema urgencia o en caso de utilización pública no comercial”, como licencias obligatorias y uso público no comercial. Asimismo, exenciones para importaciones paralelas, de investigación y regulatorias. Empero, la investigación y el desarrollo se ha realizado en simultáneo con los estragos de la pandemia, y, por tanto, ha motivado que los países desarrollados hayan asignados cuantiosos fondos para lograr vacunas eficaces. En las actuales circunstancias de incesante innovación, las exenciones a la propiedad intelectual podrían ser contraproducentes e incrementar las desigualdades en el acceso de vacunas. En el mediano y largo plazo, sobre todo para aquellos países en las que el Covid-19 se haya convertido en endemia con ribetes de emergencia nacional, podría ser útil. No parece coherente “cooperar para producir vacunas y confrontar por la patente de ellas”. 

La sexta y última es crear mecanismos de compras públicas para desarrollar el mercado regional sobre la base de las mejores experiencias en cada uno de los países de América Latina y el Caribe. Esta propuesta bien pudo haber sido incluida en la tercera. La CEPAL aún no ha comprendido que la lucha contra la pandemia Covid-19, implica mucho más que sólo vacunas.

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