Conferencia, pandemia y vacunas


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Análisis de la conferencia de prensa del presidente Sagasti

En su conferencia de prensa del 13 de enero del 2021, el presidente Sagasti ha abordado tres grandes áreas con relación a la lucha contra el Covid-19: el diagnóstico de la situación de la pandemia, las propuestas para enfrentarla y la modulación del funcionamiento de la economía y del ejercicio de los derechos civiles y ciudadanos. Además, como una nota recordatoria final, ratificó su posición en contra de la “privatización” de la distribución de la vacuna. Sin embargo, eso ha sido percibido como un intento de encubrir el DS 002-2021-SA, que autoriza el registro sanitario para comercializar no solo vacunas, sino también medicamentos aún en fase III de experimentación,  en contra del mandato de la Ley 31091. En consecuencia, como una muestra de coherencia, ese Decreto Supremo debería ser modificado o derogado. 

La conferencia de prensa ha sido muy improvisada, a tal punto que ha dado lugar a una serie de mofas y “memes”; además, el rol de los periodistas ha sido recortado. Se restringió la intervención a una pregunta por periodista, luego de un sorteo entre los pocos medios de comunicación que concurrieron. Como se sabe, cuando un periodista usa su turno para preguntar agrupa unas cuantas preguntas breves; sin embargo, el presidente rechazó esa posibilidad, e incluso amenazó que si eso ocurría, él se tomaría la licencia de escoger la pregunta a responder. “Así que piénsenlo bien antes de preguntar”, dijo. Además, debido a las pocas preguntas, el presidente realizó una segunda exposición para precisar aquello que, según él, los periodistas no habían preguntado. Consecuencia obvia, porque no los dejó preguntar.

Ha narrado en detalle la formación de un grupo de trabajo entre varios ministros para elaborar un diagnóstico y diversas líneas de acción contra la pandemia, bajo una relación de criterios para la toma de decisiones que incluye un proceso de aprendizaje con consultas a diversos actores, las experiencias de otros países, consideraciones adicionales con relación al virus (como la “variante inglesa”), niveles de seroprevalencia y la fragilidad económica, entre otros. También ha incluido a tres indicadores sanitarios, como el Ritmo de Reproducción Básico (R0) de la pandemia, la positividad de las pruebas moleculares PCR y la tasa de mortalidad por 100,000 habitantes. Y dos indicadores económicos: el producto bruto interno (PBI) y el empleo. Es obvio que los criterios de decisión no son suficientes para elaborar una nueva estrategia con enfoque comunitario; aunque, eso sí, sirven para retroalimentar la equivocada estrategia hospitalaria, militar y policial. Por ejemplo, es necesario tomar en cuenta otros criterios sanitarios adicionales, como la tasa de incidencia, para conocer el número nuevo de casos durante un período preestablecido. Y la tasa de positividad de las pruebas; es decir, el porcentaje de las personas que dieron positivo en las pruebas para el Covid-19, del total que se realizaron la prueba. Pero también la media de las pruebas diarias que se realizan. 

Sin estos indicadores adicionales, que ha obviado el Gobierno, es imposible conocer la real dimensión de la pandemia en la comunidad. O si la capacidad del Primer Nivel de Atención de Salud de los hospitales y la cantidad de camas UCI con ventiladores es suficiente para cubrir las necesidades de la población. Por el lado de los indicadores económicos, ocurre lo mismo. Ha pasado por alto a los indicadores relacionados con la informalidad, a la geografía económica, a la movilización de la población y al consumo, que son consustanciales para comprender los determinantes económicos, sociales y culturales para enfrentar la pandemia. 

La anécdota es la aparente contradicción entre la ministra de Salud y el presidente, debido a que la ministra ha señalado que el Perú se encuentra en una segunda ola y el presidente que se trata de un rebrote. Es obvio que el concepto apropiado y científico es rebrote, ya que “segunda ola” es un concepto periodístico y de marketing que se usa para describir el rebrote. 

El Gobierno ha establecido tres “niveles de alerta” –moderada, alta y muy alta– con la finalidad de tomar medidas para contener la pandemia, con acciones diferenciadas en el porcentaje del cambio de aforo de los lugares públicos, el tránsito vehicular y los horarios de inmovilización social obligatoria (toque de queda). Sin embargo, ha omitido la referencia a las cuarentenas focalizadas y al proceso de automatización e intercambio de información digital, en línea, entre los tres niveles de gobierno –como, por ejemplo, el Sistema Nacional de Defunciones (Sinadef)– y la conciliación de cifras relacionadas a la pandemia para lograr coherencia en el diagnóstico y en la toma de decisiones. Parece increíble que, a pesar de la exigencia de la población, aún no se les otorgue importancia a las pruebas moleculares y, sobre todo, a la trazabilidad de contactos. 

Tampoco se ha cumplido con la publicación del estudio de seroprevalencia a nivel nacional, ya hecho; ni se ha mencionado la necesidad de realizar estudios adicionales. Es necesario que estos estudios de seroprevalencia sean publicados en modo completo, con datos abiertos y “archivos planos”, con la finalidad lograr la participación de la comunidad científica mundial. 

Urge implementar el enfoque comunitario. ¡Más ciencia y tecnología!

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