Opiniones y realidades frente al dengue


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Se requiere ponderación y propuestas constructivas

Durante los últimos días, diversos medios de comunicación han recogido opiniones y comentarios de algunos profesionales ligados a la medicina, a la economía o a agrupaciones políticas que han creado incertidumbre y alarma en ciertos sectores de la población. Si bien es cierto que el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC Perú) ha emitido el 26 de febrero una alerta sobre el dengue (AE-CDC-006-2024), eso no implica que se haya definido una situación de alarma. Como señala el propio CDC-Perú, la Alerta Epidemiológica se “emite y difunde al recibir la notificación de una situación de salud que implica un riesgo potencial para la salud pública del país”.

Los conceptos de alerta y alarma no son sinónimos, ya que alerta significa un aviso temprano sobre una situación que puede requerir atención. En cambio, la alarma es una advertencia, grave y urgente de una situación que requiere acción inmediata. A pesar de las notorias diferencias entre ambos términos, los “estudiosos”, incluso “exministros”, usan la palabra “alarma” en lugar de alerta, con la finalidad de emocionar a los políticos y generar cambios de funcionarios para la conducción del sector salud. 

En la misma línea, pasan por alto que la Organización Panamericana de Salud (OPS) ha señalado, el 04 de agosto del 2023, que “aunque existen avances en el desarrollo de vacunas contra el dengue, su uso masivo como medida de salud pública aún no es viable. Tampoco existen hasta el momento fármacos específicos registrados en el mercado, para el tratamiento de la infección por dengue. En consecuencia, las intervenciones para el control del vector continúan siendo la principal herramienta para la protección de las poblaciones de riesgo”. Como se puede apreciar, la OPS abre tres líneas de acción. 

La primera es la vacunación. En ese sentido se emitieron las recomendaciones del Grupo de Asesoramiento Estratégico en Inmunizaciones (SAGE-OMS) luego de la reunión realizada entre el 25 y 29 de septiembre del 2023 sobre la vacuna viva atenuada tetravalente (TAK-003) contra el dengue. Las recomendaciones incluyen la eficacia de la vacuna para prevenir la enfermedad sintomática contra los cuatro serotipos del virus (DEN 1, 2, 3 y 4) en niños seropositivos de 4 a 16 años. Es decir, en niños que ya tienen antecedente de infección previa con algún serotipo de virus. Por otro lado, solo es eficaz contra los serotipos 1 y 2 en niños seronegativos, o sea, sin antecedente de infección previa de dengue. Además se advierte que ”no puede descartarse el riesgo de presentación de casos de enfermedad potenciada de dengue por serotipos 3 y 4 asociada a la vacuna, en niños seronegativos (sin antecedente de infección previa) al momento de la vacunación”. Asimismo, recomienda “que deben realizarse estudios posteriores a la autorización para estudiar más a fondo la eficacia y la seguridad de la vacuna contra los serotipos 3 y 4.” 

Entonces, las enormes expectativas puestas en la vacuna contra el dengue, hasta la fecha, se reducen al grupo etáreo de 4 a 16 años, y con cuidado, para los niños que no han tenido infección previa con el virus del dengue. En ese sentido, la OPS recomienda a los Estados miembros, por un lado, que se considere una prueba piloto y que vaya acompañado de un estudio sólido (fase 4) posterior a la vacunación y, por otro lado, “que no implementen programas de inmunización en todo el país con la vacuna TAK-003 en este momento”. En ese contexto, el Perú ha solicitado la compra de la vacuna y con el acompañamiento de la OPS, se iniciará el proceso de vacunación, con las precauciones señaladas, aunque, cuando se utilice, como se ha visto, el impacto en la lucha contra el dengue, por el momento, no será determinante. 

La segunda línea de acción es la producción de fármacos contra el virus del dengue. Este proceso aún es incipiente, aunque ya se ha anunciado la existencia de un fármaco antiviral que brinda una fuerte protección en “primates no humanos y ratones”, que es eficaz contra los cuatro serotipos del virus. Las expectativas son grandes. 

La tercera línea de acción son las intervenciones para el control del vector (mosquito o zancudo).  Según la OPS estas innovaciones poseen diversas propiedades que les permiten actuar como control biológico de las arbovirosis al producir una variedad de efectos como la supresión de las poblaciones salvajes naturales de Aedes Aegypti (liberación de mosquitos macho sometidos a esterilización, genes autolimitantes, Wolbachia) o la interrupción de la transmisión con el reemplazo de las poblaciones salvajes (liberación de mosquitos hembra con Wolbachia). La bacteria Wolbachia está dentro de las células de los insectos (mosquitos) y otros (artrópodos, helmintos y crustáceos) con capacidad para manipular su reproducción, por tanto, es un agente de control biológico.  

Si bien es cierto que la implementación de estas innovaciones permite reducir o disminuir la capacidad del mosquito para transmitir el dengue, según la OPS, estas tecnologías “comparten varios desafíos para su implementación a gran escala, entre ellas, el costo y la complejidad de la infraestructura necesaria para la producción masiva de mosquitos, en cantidades necesarias para liberar y lograr el efecto deseado, incluyendo el costo para sostener el uso de la tecnología a largo plazo”. Además, existen otras dificultades como, por ejemplo, evitar el rechazo de la comunidad que se podría originar por el desconocimiento o información equivocada o por costumbre de la población, porque, implica una nueva conducta, ya no de destrucción del vector (mosquito), sino de convivencia con él. En consecuencia, demanda ajustar o conciliar “el uso de Wolbachia con otros métodos de control y la utilización de métodos complejos para la vigilancia y evaluación”.

En este contexto, se ha producido un incremento progresivo de dengue en las cuatro últimas décadas, pasando por ejemplo de 1.5 millones de casos en la década de los ochenta hasta 16.2 millones en la segunda década del siglo XXI. En ese sentido, según la OPS, en el continente americano existen más de 500 millones de personas en riesgo de contraer el dengue. El Perú sigue esa tendencia, aunque la tasa de incidencia sea menor que muchos de los países vecinos. La preocupación es justificada, porque hasta el 17 de febrero del 2024 se han notificado 24 981 casos, con una incidencia de 73 por 100,000 habitantes con 28 defunciones, con un aumento de casos de 97.9% (casi el doble) frente a los ocurridos el año 2023. Sin embargo, se requiere ponderación, críticas con evidencias científicas y propuestas constructivas para lograr la adhesión y la más amplia participación social.

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