Medicina Centrada en la Persona y aseguramiento


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Cambiar la organización sanitaria para hacerla más solidaria e integral

Cada cierto tiempo, al detectarse dificultades o fallas en el modelo de organización sanitaria se crean parches para superarlas, con la finalidad de mantener el modelo. Cuando los parches son abundantes y a veces contradictorios entre ellos, se hace evidente que el cambio sistémico del modelo es imprescindible, porque ya se ha tornado inviable. Eso es lo que ocurre con el modelo vigente en el Perú. La corriente denominada Medicina Centrada en la Persona (MCP) intenta remendar el modelo de organización sanitaria conocido en el Perú, como  “aseguramiento mercantilista”. Esa es la manera como se explica la llegada con bríos de esta corriente y su puesta en la agenda para la formación médica; a pesar de que no es nueva, ya que fue formulada en 1961 en los Estados Unidos (Carl Rogers). 

La concepción que subyace en la Medicina Centrada en la Persona es que el ser humano debe ser comprendido en su dimensión humana integral. Por tanto, las atenciones médicas deben dirigirse a resolver sus necesidades integrales, holísticas, dentro del contexto social en el que vive, a pesar de que se enfoca en la persona. Un primer aspecto a tener en cuenta es que se trata de una corriente crítica contra las características de la organización sanitaria moderna. Por ejemplo, critica que la organización sanitaria se dedique a la enfermedad y a los órganos, que se fragmente la atención médica por la intervención de las especialidades y subespecialidades médicas o que se comercialice la atención y el cuidado de la salud. 

El segundo aspecto está ligado al desarrollo de la ciencia y la tecnología, y la valoración de su impacto en las prácticas de la medicina. Según la Medicina Centrada en la Persona existe una relación directa entre la dependencia en ciencia y  tecnología de la práctica médica y la despersonalización y deshumanización de la atención de los pacientes, así como, el abandono de los valores éticos de los médicos. En ese contexto, pasa por alto, que la ciencia y la tecnología es neutral o indiferente desde el punto de vista ético y moral, debido a que su utilización o aplicación depende de seres humanos, que están dotados de valores y comportamientos, sean estos correctos o incorrectos.

El tercer aspecto está ligado a los valores éticos y morales en la práctica médica, que según la Medicina Centrada en la Persona han sido soslayados o han entrado en colapso en la moderna práctica médica. En ese sentido, es coincidente con los fundamentos que se utilizaron para la formulación de una nueva corriente dentro de la ética, denominada bioética. Sin embargo, no están alineadas, incluso son contradictorias. Por ejemplo, la Medicina Centrada en la Persona resalta la relación médico-paciente bajo criterios de confianza mutua. Mientras que la bioética introduce el financiamiento como un tercer participante en la relación médico paciente, incluso con niveles de desconfianza que quedan plasmados en contratos o consentimientos informados estandarizados.

El cuarto aspecto está ligado al desarrollo de la ciencia y la tecnología, así como su aplicación en la práctica clínica. Para ello también se ha formulado la denominada Medicina Basada en Evidencias. Sin embargo, a pesar de coincidir con el objetivo, para la Medicina Centrada en la Persona esa mirada es insuficiente porque no engloba o incluye la parte “humana”, la empatía del médico, el contexto social de la persona u  otros componentes relacionados con la cultura, como las creencias, la etnia, el enfoque intercultural, entre otros.

El quinto aspecto está relacionado con el rol que ocupan los médicos de familia, con niveles de posgrado para  obtener los conocimientos y destrezas para implementar la Medicina Centrada en la Persona. Este punto de vista va a contracorriente con el nuevo rol de las especialidades médicas en el Primer Nivel de Salud, en la medicina preventiva y en la detección precoz de las enfermedades así como en la Atención Primaria de Salud. El desarrollo de la ciencia en campos como la genómica, la proteómica, la nanotecnología, la informática, la telemática, las neurociencias, la robótica, entre otros campos, implica no sólo que se introducen en la práctica médica un mayor número de equipos e insumos, sino que son más sofisticados o complejos y que requieren de profesionales especializados, incluso con subespecialidades, con la finalidad de poner la ciencia al servicio de la población.  

Como se puede apreciar, la Medicina Centrada en la Persona, es otro intento crítico para resolver una parte de la crisis del modelo de organización sanitaria, aunque no parece lograr ese objetivo. El tema de fondo es la racionalidad occidental, que se inició con el pensamiento analítico y reduccionista de René Descartes, cuyo modelo ha sido la analogía o similitud del ser humano con el funcionamiento de una  máquina. En ese sentido, el modelo se basaba en el “hombre máquina”, en la edificación de hospitales como si fueran fábricas y debido a la estandarización de la producción fabril, se preconizó la formación del médico como autómata. Como es obvio, el lado humano ha quedado fuera del modelo de organización sanitaria.

En ese contexto, el parche no basta. Por ejemplo, el modelo vigente en el Perú, es el “aseguramiento” (Ley 29344), conocido como “aseguramiento mercantilista”. La Ley aludida otorga “todas las prestaciones para solucionar determinados problemas de salud”. Asimismo, señala que sus planes de salud comprenden solo a las condiciones asegurables, definidas “como los estados de salud que se busca mantener, en caso de la población sana o recuperar en caso de la población enferma, que son susceptibles de ser financiados mediante esquemas de aseguramiento”. 

Como se puede apreciar, el modelo vigente peruano no está enfocado en el ser humano en su integralidad, sino en las condiciones asegurables y en los daños o enfermedades. Además, los planes de cobertura fabrican la exclusión con la esperanza de la inclusión “progresiva” en el tiempo, mediante planes complementarios o de alto costo. Además aún no se ha podido implementar siquiera el Plan Esencial de Aseguramiento, que es un plan de cobertura mínima. El Tribunal Constitucional ha emitido reiterados fallos por violación a los derechos humanos. 

Es momento de cambiar la organización sanitaria, bajo mecanismos de solidaridad e integralidad que aseguren –con prestaciones económicas, sociales y sanitarias– el ejercicio del derecho a la salud y a la seguridad social universal.

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