Cuidado con la promoción de las corrientes antihumanistas y racistas
El 7 de abril de cada año se conmemora el Día Mundial de la Salud. El tema de campaña elegido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el año 2022 ha sido “Nuestro planeta, nuestra salud”. Según la OMS, la campaña “instará a las personas, las comunidades, los gobiernos y las organizaciones de todo el mundo a compartir sus historias sobre las medidas que están adoptando para proteger nuestro planeta y nuestra salud”. Asimismo, da una serie de pautas de lo que pueden hacer –por ejemplo– los gobiernos, a los que señala 16 pautas, entre las que resaltan: “mantener los combustibles fósiles bajo tierra”, “aplicar políticas de producción y uso de energías limpias” y detener “las subvenciones a los combustibles fósiles”. También propone “gravar los alimentos y bebidas altamente procesados con alto contenido en sal, azúcares y grasas no saludables”, así como “colaborar con los líderes comunitarios, en particular con representantes de refugiados inmigrantes, en las medidas de mitigación y adaptación frente al cambio climático y apoyar iniciativas dirigidas por comunidades de refugiados inmigrantes en el ámbito local”.
La campaña por el Día de la Salud Mundial del año 2022 pasa por alto la existencia de las guerras. Y que los conflictos bélicos son contaminantes y que dañan el planeta, según el tipo de armas, irreversiblemente. También omite que, como consecuencia del conflicto bélico mundial, cuyo teatro de guerra son Rusia y Ucrania, la humanidad atraviesa por varias crisis, como la energética, la alimentaria y la migratoria, entre otras. En estas circunstancias, es obvio que ningún gobierno está en condiciones de cumplir con estas propuestas de campaña de la OMS.
Un primer aspecto, es que hay una “guerra por los combustibles fósiles” debido a las sanciones económicas contra Rusia y, por tanto, un riesgo de desabasto en los países europeos, dependientes hasta en más del 45% de los combustibles fósiles rusos. Por tanto, el mercado ha emprendido una búsqueda voraz de nuevas fuentes de importación. En ese sentido, parece contraproducente que la OMS repita planteamientos teóricos desfasados y ajenos a la realidad mundial. El riesgo con relación a la política energética, por el momento, no es la energía fósil sino el retorno a la energía nuclear, que fue dejada de lado luego del accidente nuclear de Chernóbil, de abril de 1986, que conmocionó al mundo.
En el actual contexto de guerra la frase “mantener los combustibles fósiles bajo tierra” es irónica y hasta cínica. Ocurre lo mismo con la frase que propone “detener las subvenciones a los combustibles fósiles”, debido a que en estos momentos los países atraviesan por huelgas y paralizaciones de los gremios de los transportistas generados por el alza de los precios de los combustibles. Es obvio que los gobiernos han empezado a aplicar, contrariamente a las recomendaciones de la OMS, subsidios o exoneraciones de impuestos a los combustibles, incluso a pesar de ser los más contaminantes, con el objetivo de frenar el alza de los fletes del transporte para evitar el desabastecimiento y el incremento de precios de los bienes y servicios, como ha sido, el caso del Perú.
El segundo aspecto es que mientras la OMS propone “gravar los alimentos y bebidas altamente procesados con alto contenido en sal, azúcares y grasas no saludables”, pierde la oportunidad para dar orientaciones saludables para paliar el hambre y los desastres que afectan no solo a los países incursos en el teatro de operaciones bélicas, sino también a los demás países del mundo (la mayoría) que son importadores de productos agrícolas y de fertilizantes. En ese sentido, la crisis alimentaria ocurrirá a pesar de los esfuerzos aislados de los gobiernos, mientras no se normalicen las relaciones comerciales en el mundo y exista la voluntad política de “apoyar” a los países menos favorecidos.
El tercer aspecto es que la OMS soslaya, o no señala explícitamente, que la migración se debe, entre otros aspectos, a los conflictos bélicos. Omitido el origen de la migración, plantea “colaborar con los líderes comunitarios, en particular con representantes de refugiados e inmigrantes, en las medidas de mitigación y adaptación frente al cambio climático…”. Como se sabe, los migrantes, en primera instancia, solo desean sobrevivir; más aún cuando huyen de los estragos de las guerras. La OMS ha perdido una vez más la oportunidad de enfocarse en el ser humano, en sus usos y en sus costumbres. La propuesta parece la copia de una plantilla hecha para otras circunstancias. Increíble el desajuste entre sus planteamientos y la realidad.
La OMS, como ya se ha dicho, ha dado pautas para las empresas, los trabajadores y establecimientos de salud, los alcaldes y los particulares. Las pautas son sencillas, del tipo, “vaya al trabajo a pie o en bicicleta”, “no caliente sus habitaciones más de 21 grados”, “compre productos frescos a productores locales”, el “tabaco es un producto letal y contaminante”, “compre menos plástico”, entre otras más. Nadie duda de la importancia de estas medidas; sin embargo, ligarlas a la protección del planeta, sin tomar en cuenta el conflicto bélico que afecta directamente a la existencia de la tierra y a la sobrevivencia de la humanidad, parece desatinado y hasta frívolo. En ese sentido, debemos tener cuidado con la promoción de las corrientes antihumanistas y racistas, como el “ecologismo sin seres humanos o de una sola raza”. Esa no es la alternativa. Por otro lado, la OMS ha obviado las referencias a los modelos de salud que deben otorgar poder de acceso a la salud de todos los seres humanos. ¡Paz en el mundo y feliz Día de la Salud!