Del pánico y la reingeniería social


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La utilización del ser humano como instrumento

Los gobiernos han gastado una buena cantidad de dinero para demostrarle a la población que es mejor no tener pánico frente a la pandemia Covid-19, porque no hay razones científicas para ello; sin embargo, ha ocurrido exactamente lo contrario. La reacción de pánico no tiene que ver con la razón, sino con las estructuras mentales organizadas y preconstituidas, que perciben la realidad a través de creencias, costumbres aprendidas y procedimientos heredados. El pánico no está en relación directa con la realidad, sino con la percepción. El pánico se alimenta del miedo a la muerte.

Para sobrevivir sacrificamos “voluntariamente” todo. Es una frase muy trillada pero real, debido a que la lucha por la sobrevivencia implica aceptar, quizá en modo obligatorio, algunas restricciones a creencias, a costumbres y a usos. Esa es la explicación de cómo se imponen unos pueblos sobre otros, unas religiones sobre otras, una cultura sobre otra. La sobrevivencia implica mucho sacrificio, sobre todo para los más desposeídos, para los pobres, porque abandonan su libertad, sus propias creencias e ilusiones. Pero, en contraparte, es también una enorme carga para los conductores, para los dirigentes, para aquellos que deben decidir y ejercer su libertad para mantener la sobrevivencia colectiva para su propio provecho; y de ser el caso, para los demás.

La utilización del ser humano como instrumento, como medio, para alcanzar una finalidad, es algo que siempre ha ocurrido a lo largo de la historia. Sin embargo, a partir de la época moderna el ser humano ha adquirido, en modo progresivo, una soberanía social; es decir, una soberanía en colectivo. Empero, la pandemia ha puesto en evidencia la contradicción entre la instrumentalización individual y la soberanía colectiva. El concepto de “biopolítica” descrito ampliamente por Michele Foucault cobra vigencia, debido a que la pandemia ha traído una disrupción de dos nuevos conceptos: el aislamiento individual y el pánico colectivo. El aislamiento individual es el resultado del pánico de uno contra los otros. Sin embargo, expresa también la fragilidad individual, porque anula la acción política y la participación social para enfrentar la instrumentalización del nuevo poder político. Frena el cabal ejercicio de los derechos fundamentales y del poder político de los ciudadanos. 

La lucha por la sobrevivencia es el acompañante natural de la vida. La religión, la filosofía, la política, y otras maneras del conocimiento, han reflexionado sobre el miedo a la muerte. Las guerras y la correspondiente rendición evidencian la importancia del miedo a la muerte. El manejo óptimo del miedo es la suprema estrategia del vencedor.

La novedad que trae la crisis social de la pandemia es la forma en que las empresas se reflejan en el Estado y en el Gobierno. La racionalidad de medios y fines necesita nuevas relaciones entre las empresas y el Estado. El desarrollo de la ciencia y la tecnología ha creado nuevas relaciones entre los seres humanos que obligan a las instituciones a realizar los cambios que les correspondan. Sin embargo, no es fácil, debido a que estas organizaciones políticas son conducidas con formas de gobierno dadas con anterioridad a la crisis de la pandemia. Apalancar esos cambios requiere un nuevo liderazgo, distinto al modelo conocido. En otras palabras, lo que está en discusión es el tipo de liderazgo y la forma de gobierno, para encontrar una nueva relación entre las empresas y el Estado y la estructura jurídica del gobierno.

El rol de los medios de comunicación para afianzar el aislamiento, el egoísmo de cada uno de los ciudadanos, y las restricciones de los derechos fundamentales, demuestra la fuerza ideológica del “nuevo modelamiento” de la sociedad, sin participación social. El riesgo de la reingeniería de la nueva relación empresa-Estado (Gobierno) consiste en que la nueva sociedad se construya sobre la base del aislamiento individual a través de la conducción política a distancia. Es decir, en una nueva atribución de roles para el común de los individuos, como homo videns, con atrofia en la capacidad de abstracción y de entendimiento, según las características descritas por el filósofo italiano Giovanni Sartori. Sin embargo, para la élite de dirigentes, para los conductores, está el atributo de dux videns; es decir los que gozan del ejercicio del pensamiento conceptual y abstracto del “telegobierno”. Como se puede observar, la clave para esta propuesta de reingeniería social es el pánico y la nula participación social. 

No obstante, es necesario recordar que el miedo sirve no solo para la crisis, sino tambié para los periodos en los que no hay crisis. De hecho, es el motivo por el que se organizan los estados y los gobiernos. Es la forma como se relaciona el Gobierno con las empresas para otorgar desarrollo social y seguridad a la población; además, como es obvio, de contrarrestar el miedo. Asimismo, favorece la organización social, la solidaridad, el autocuidado, el riesgo compartido frente a los estragos de la pandemia; pero sobre todo, el control social para preservar la sociedad democrática y libre. El enfoque comunitario en la lucha contra la pandemia Covid-19 se basa en la participación social, en el respeto irrestricto de los derechos humanos, en la libertad y la creatividad.

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