SOBRE
LOS FUNDAMENTOS DE LA BIOÉTICA Y EL NEOLIBERALISMO
La
Asociación Médica Peruana observa con mucha preocupación la forma galopante
que se viene difundiendo el término Bioética. Es una moda. Y como tal existe
un centro de poder económico que realiza un marketing impresionante. Sin
embargo, lo más triste, es que connotados docentes de la Facultad de Medicina
San Fernando han tomado la posta marketera como adolescentes embelesados de la
mejor causa.
La
Asociación Médica Peruana desnuda los principios o cimientos sobre el que se
apoya la Bioética, la razón principal por la que
pretende asegurar y afianzar su existencia. Como sabemos,
en 1970 Van Resslaer Potter, Profesor de Oncología en la Universidad de
Winsconsin, acuñó el término “bioética” definiéndolo como
"el estudio de la moralidad de los comportamientos humanos en el
campo de las ciencias de la vida". En 1972 se funda el primer centro con el
nombre oficial de Institute of Bioethics
en el “The Joseph and Rose Kennedy Institute for the Study of Human
Reproduction and Bioethics”
en la Universidad de
Georgetown de Washington.
La
evolución de la nueva disciplina, acuñada como bioética 1973 ha sido tal que
ya en 1978 se ve fundamentada con la publicación de la
“Encyclopedia of Bioethics en 4 volúmenes, con 315 artículos y con
una impresionante documentación sobre el conjunto de cuestiones éticas y
sociales en el ámbito de las ciencias de la vida, de la salud y de la
medicina”, además de haber obtenido seguidores en casi todo el orbe. La bioética
ha encontrado carta de ciudadanía y se ha visto impulsada por el proceso de
globalización económica.
En
las últimas dos décadas del siglo XX se da un vertiginoso giro ideológico
bajo los auspicios del neoliberalismo fundamentalmente económico, las bases
ideológicas de la práctica médica profundamente enraizadas en la ética
hipocrática representa un freno para el desarrollo del nuevo modelo sanitario
utilitarista, liberal.
Es
necesario resaltar que la creación del término de bioética es el resultado
del enlazamiento dentro de las instituciones médicas, del ejercicio profesional
de los médicos y las consideraciones de orden económico y sobre todo con lo
que implica relacionarse con pacientes terminales.
Por
ejemplo el proceso de reforma de la salud aplicado en la década pasada tenía
como fundamentos la contención de costos y la racionalidad económica del gasto
en salud. Menos dinero para la salud y un gasto eficiente. El gasto eficiente se
entendía
como el abandono por el estado de su obligación de brindar atención médica
a toda la población. Decir a toda la población significa subrayar un aspecto
profundamente ético, sin embargo no es bioético. El bioético dice, si no
tengo dinero para todos, ¿en quien o quienes es preferible y deseable gastar?,
el principio ético que dice: “salud para todos los peruanos” se transforma
en el que dice “más salud para más peruanos”. O puesto de una manera más
cruda, si sólo tengo un respirador y dos pacientes que lo necesitan, uno de 21
y el otro de 78 años, a quien prefiero darle el respirador?, vaya, el
bioético tiene que decidir a quien salvará y a quién le aplicará la
eutanasia pasiva (a quien se le deja morir).
La
bioética acuña así términos como: morir con dignidad, vida inútil,
prolongación innecesaria de la vida, etc y pone el debate a nivel mundial por
la legalización de la eutanasia activa (ayudarlo a morir) y otros novísimos
conceptos.
La
bioética pretende pasar a la ética médica por el tamiz del costo beneficio.
Pretende relativizar los principios éticos a cada situación concreta. Es
decir, la bioética es la ética utilitaria, que exacerba el individualismo al
instaurar como principio rector del quehacer médico a la autonomía de los
pacientes, relativizando y degradando los principios eternos de la profesión médica,
a saber: beneficiencia, no maleficiencia, justicia, libertad de conciencia del médico
en el discernimiento clínico y la autonomía del paciente.
No
hay que extrañarse que ya antes de la aparición del término de bioética
dentro de la ética médica hubiesen ya pensadores que se planteaban problemas
bioéticos, tal como lo hicieron 1969 Willard Cayling y Daniel Callaghan al
fundar el Hastings Center de Nueva York, por ello la Asociación médica Peruana
retoma y reafirma los principios genuinos e imperecederos de la medicina y
rechaza a la bioética por ser el instrumento ideológico del neoliberalismo y
del utilitalismo en la medicina.