Keiko ofrece Seguridad Social Universal en Salud
Los candidatos presidenciales de los partidos Fuerza Popular y Patria Libre son los ganadores de la primera vuelta electoral; y entre ellos, el 6 de junio del 2021, la población definirá con su voto, a la persona que dirigirá los destinos del país para los próximos cinco años. Ambos candidatos han polarizado al país porque presentan propuestas ideológicas contrapuestas y extremas. El 70% de la población que votó por los 16 candidatos restantes, como es obvio, no se siente representada en ninguna de esas propuestas de gobierno. Es decir, cualquiera que gane con los votos prestados de los otros candidatos podría iniciar un periodo de gobierno con una mayoría opositora, si es que esos votos prestados no desaparecen (al convertirlos en propios por el candidato ganador).
La atracción de nuevos votos implica incorporar aspectos de los programas de gobierno que han reivindicado los otros candidatos, e incluso del actual candidato opositor. Luego de la segunda vuelta electoral, el candidato perdedor debería tener claro que ha contribuido a poner algunos temas importantes en la agenda del gobierno del ganador. Dado el contexto, este gesto es una obligación democrática que otorga legitimidad al proceso electoral y asegura la gobernabilidad del país. En consecuencia, es muy importante realizar un estudio comparado de las propuestas de gobierno y las declaraciones de los líderes de cada uno de los partidos políticos, y afinar las coincidencias y las discrepancias. Ese mismo procedimiento debería ser realizado, incluso con mayor prolijidad, para el caso de los dos partidos que se encuentran en segunda vuelta.
Por otro lado, hay una serie de aspectos muy generales que han calado en profundamente en la percepción de la población, que requiere respuestas directas y sin retórica. A estas alturas del proceso electoral, para fines prácticos, es irrelevante precisar la veracidad o la mentira de los temas de la agenda o quién los colocó en el imaginario colectivo. Es un hecho consumado. Uno de los temas recurrentes es que el Estado ha fallado y requiere una reestructuración. Como sabemos, este tema ha sido introducido en la campaña electoral por el presidente Sagasti, para justificar las falencias de su gestión de gobierno. Sin embargo, en plena campaña es difícil separar los conceptos de Estado y gobierno. Peor aún, exigirle a la población que discrimine en su argumentación que el Estado no es el que ha fallado, sino los pasados y sucesivos gobernantes.
El segundo tema es el referido al modelo económico y a las críticas que se enfilan contra el mercantilismo, la economía social de mercado y el libre mercado; pero además los tratan como si fueran conceptos sinónimos para englobarlos en un todo descalificador. Asimismo, han creado neologismos y eufemismos con la finalidad de ofrecer supuestas alternativas para corregir el modelo económico mediante la nacionalización y la economía nacional de mercado. Es obvio que es obligatorio rechazar el mercantilismo que, como se sabe, es la conducción del gobierno para y con las empresas de los amigos ligados al régimen, al margen de la competencia y de la economía social de mercado. Sin embargo, las respuestas deben ser directas, sin retórica y con experiencias concretas; y además deben servir para agrupar, como corresponde, a las nuevas versiones de “modelos económicos” que camuflan el mercantilismo bajo los neologismos de “nacionalización” y de “economía nacional de mercado”.
El tercer tema, es el rol del Estado en la política social. La eficacia y la eficiencia gubernamental se expresa en los indicadores de pobreza, nutrición, salud, educación y justicia. No cabe duda de que el modelo ha disminuido la pobreza desde los años noventa, desde casi el 60% de la población a menos del 20% en el 2019. Sin embargo, los avances reales de la política social son imperceptibles; por ejemplo, para la gente que aún no ha salido de la pobreza, o para aquella que ha retornado a ella, sobre todo durante la pandemia. O para aquellos que han perdido seres queridos o amigos como consecuencia de la pandemia u otras enfermedades evitables.
El cuarto tema es la crítica destructiva a EsSalud y la Seguridad Social Universal en Salud, sin tomar en cuenta la confluencia del ciudadano, del empresariado pequeño y grande, privado y público, y del Estado para resolver los problemas de salud de la población. La eficacia de la seguridad social en salud ha sido demostrada con creces en la actual pandemia. Sin embargo, cómo aún es insuficiente da pie a propuestas alternativas “mágicas”, como el sistema único de salud a cargo en exclusividad del Estado.
La actual polarización extrema ha creado una encrucijada que tendrá como ganador a quien asuma de manera creíble posiciones proclives al cambio, sin causar sufrimientos y sin que la gente pierda sus propiedades o beneficios actuales. Es decir, el que lidere el sentido y la orientación del cambio responsable. Es necesario tener en cuenta que los gobiernos anteriores han fallado, el mercantilismo los ha acompañado, la política social no ha sido eficaz y la seguridad social en salud no ha llegado a todos los peruanos. El elector desea vislumbrar su mejoría como esperanza del futuro.