El SIS y el presidente Sagasti


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Cuando la ideología impide ver la realidad

El mensaje de fin de año de los nuevos funcionarios del Seguro Integral de Salud (SIS) es una declaratoria ideológica radical, en línea con el presidente Sagasti y la nueva Mesa Directiva del Congreso de la República. La nota de prensa “SIS garantiza la protección financiera de sus afiliados en salud durante las fiestas de fin de año” es un apretado resumen de los cambios que “aporta” la nueva gestión designada los primeros días de diciembre del 2020.

El Seguro Integral de Salud mantiene serias controversias en torno a su naturaleza jurídica. Por un lado, según el artículo 6 del Decreto Legislativo 1158 del 2013, el SIS es creado como una institución administradora de fondos de aseguramiento (IAFAS); es decir, es un sistema previsional. Por el otro lado, según el Decreto Supremo 058-2011-PCM, es un Organismo Público Especializado (OPE), que gestiona fondos suministrados por el Ministerio de Economía y Finanzas, a cargo del Minsa. Las controversias en torno a su naturaleza jurídica han derivado en una crisis de identidad que colisiona con la Constitución de la República, e incluso con la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (Ley 29158). ¿Qué es el SIS? ¿Un Seguro o un Fondo de ayuda a la pobreza? La solución de estas interrogantes determina la forma de gestionar los recursos asignados, la intangibilidad de los fondos, la existencia de primas, los cálculos actuariales y los beneficios a los usuarios. 

Como sabemos, el SIS se gestiona solo como un fondo de alivio a la pobreza, mediante transferencias de dinero, a pesar del rimbombante nombre “Seguro Integral de Salud” que se le ha asignado. Además, se ha generado un cuantioso engaño a la población afiliada, que cree que en realidad es poseedora de un seguro de salud, cuando en realidad solo posee la expectativa de recibir ayuda parcial en momentos álgidos de su vida. Las quejas contra el engaño no son dirigidas contra los verdaderos autores –los funcionarios del SIS o del gobierno–, sino contra los médicos, profesionales y servidores de la salud, porque son los que enfrentan y constatan junto a los usuarios y a los pacientes la real naturaleza del SIS. 

Por si fuera poco, en el mensaje de fin de año de la actual gestión se señala que “el SIS recuerda que también está garantizada la gratuidad de la atención médica de sus asegurados en los establecimientos de salud del Estado a nivel nacional, por lo que hace un llamado a la ciudadanía a denunciar un cobro indebido”. Como sabemos el SIS no cubre todos los gastos de las atenciones; en consecuencia, el gasto de bolsillo es inevitable. Llamar a denunciar, sin hacer esa aclaración, implica promover denuncias injustificadas contra la profesión médica. Más aún a sabiendas de la escasez de la oferta de servicios de salud. 

El Foro del Acuerdo Nacional en el año 2015, en el consenso plasmado el “Los objetivos de la reforma de salud”, acordó “fortalecer el Seguro Integral de Salud como seguro público para avanzar hacia la Seguridad Social Universal en Salud, de manera que actúe como el gran instrumento de universalización del acceso al cuidado y atención integral de la salud, para lo cual, se incrementará su financiamiento de manera significativa e irreversible”. Además, este acuerdo ha sido ratificado en los nuevos consensos del Acuerdo Nacional del año 2020. Es decir, el consenso abandona la naturaleza de fondo de alivio a la pobreza que le atribuye el DS 058-2011-PCM y avanza a un sistema previsional al amparo de los artículos 11 y 12 de la Constitución Política para lograr la Seguridad Social en Salud. Frente a este consenso, el contenido del “mensaje de fin de año” de la actual gestión del SIS representa un retroceso y retrotrae la posición del actual gobierno a los inicios del gobierno del presidente Humala y a la visión del paquete de los decretos llamados de la “reforma de la salud”. 

La crisis de esa concepción se ha expresado el 2016 en cuantiosas deudas (de casi S/ 2500 millones), en huelgas, en conflictos laborales e incluso que, mediante dos convocatorias, se pronuncie el Foro del Acuerdo Nacional. Uno de los aspectos cruciales de esa ideología es que promueve la creencia de que basta “garantizar el financiamiento” para que los ciudadanos sean atendidos o resuelvan su cuidado y su atención de salud. Como sabemos, eso es una falacia. En primer lugar, se debe fortalecer la oferta de servicios para resolver la escasez de personal, equipos, insumos, medicamentos, infraestructura, entre otros. Pero lo más importante, cerrar la brecha de necesidades de médicos, profesionales de la salud y trabajadores. El drama ideológico impide visualizar la mezcla óptima entre el financiamiento y la prestación. Es como si en el calor del desierto se le entregara un sencillo de dinero al sediento para que consiga agua. El desarrollo de la pandemia Covid-19 nos ha reiterado ejemplos similares con el oxígeno medicinal, los medicamentos, las camas de cuidados intensivos, etc.

En segundo lugar, ha regresado al vilipendiado concepto de “los cinco planes”. La ideología impide darse cuenta de que los servicios del Estado están en la obligación de brindar cuidado y atención integral a toda la población. La Constitución Política y la Convención Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorga ese derecho a todos los ciudadanos, sin distinción. Además, desde el año 2015, el SIS brinda mayores beneficios que esos “cinco planes” y 1400 diagnósticos. ¡Cuidado con el SIS! ¡Son imprescindibles las correcciones!

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